El Mapa de grupos de investigación es un encargo del Departamento de Psicología Social y Comunicación de la Universidad de Alicante, quienes me ofrecieron colaborar en esta investigación interuniversitaria bajo el auspicio del proyecto MapCom: “El sistema de investigación sobre prácticas sociales en Comunicación: mapa de proyectos, grupos, líneas, objetos de estudio y métodos”. En ella habían participado 4 universidades, y desde la Universidad de Alicante propusieron la visualización de los resultados.
Punto de partida: ¿Qué material tenían?
Realizaron una búsqueda manual en las páginas web de todas las universidades nacionales, seleccionando los grupos que tenían líneas de investigación referidas a la Comunicación social, y que pertenecían a los códigos temáticos que articula el Ministerio: Comunicación Audiovisual y Publicidad (código: 105), Periodismo (código: 675) y Biblioteconomía y Documentación (código: 040). Almacenaron toda esta información en una serie de tablas, analizando diversos parámetros, como los términos más recurrentes en las líneas de investigación. ¡243 grupos y 1240 líneas de investigación!
Requerimientos y deseos: ¿Qué querían que yo hiciera?
Me pidieron lo siguiente:
- – mostrar estos datos en un mapa cartográfico con todos los grupos;
- – ver un listado de grupos por cada Universidad, Comunidad Autónoma y área temática;
- – ofrecer estadísticas de número de grupos según esas categorías temáticas y territoriales;
- – filtrar los grupos mediante un buscador por términos, incluidos en el nombre del grupo, sus líneas de investigación, el nombre de sus Investigadoras Principales, etc.
- – acceder a la ficha completa de cada grupo, con enlaces a sus páginas web de documentación;
Diseño e intuición: ¿Qué aporté yo al proyecto?
Mi punto de arranque personal era la reflexión sobre un estudio de impacto de Gregor Aisch, editor del New York Times: solo entre el 10-15% de los lectores hacen click en botones de los interactivos del New York Times. ¡Pero qué dices! Nunca había hecho analíticas para comprobar esto en mis propios trabajos, y la sentencia, viniendo de un periódico importantísimo en el campo de interactivos y periodismo de datos, me rondaba durante unos meses.
Es muy difícil prescindir del click para gráficos complejos, donde no puedes verlo todo a la vez. Pero sí puedes relegarlo al mínimo uso, solo para el último paso: solo cuando alguien quiera realmente saber algo más.
Pero hay otras maneras con que nos relacionamos con contenido digital: el scroll. Si quieres dar un vistazo rápido a una web haces scroll hacia abajo, para tener una idea general de lo que te ofrecen a través de una lectura en diagonal. Cuando esta mecánica se usa para interactuar con el contenido lo llamamos Scrollytelling.
Si el click es una decisión consciente (“miro, algo me llama la atención, muevo el ratón/dedo sobre ese elemento y hago click para saber más”), hacer scroll es un acto más intuitivo y automático (“a ver qué hay más abajo, más abajo, más abajo, …”).
Así decidí presentar la información en secciones: grupos por área temática, por comunidades autónomas, por universidades. Pero para moverte por las secciones, éstas cambiarían al hacer scroll, sin botones de cambio de sección, sin menús.
Además, encontraba una coherencia narrativa muy interesante: recorres un zoom vertical y de profundidad en la información. Haces scroll para ir desde la introducción al gráfico de temáticas, sigues para llegar al mapa de comunidades autónomas, donde el scroll se convierte en zoom para acabar en una universidad. Mientras haces scroll para ver más contenidos, haces también zoom en el mapa. Haces un zoom de profundidad en la información.
Algo que me estimula siempre en estos trabajos interactivos es que el diseño gráfico, el de la interacción, y el de la navegación por la información construyen la narrativa. Medir y equilibrar lo novedoso y lo conocido: que sorprenda y estimule pero con cierta familiaridad.